miércoles, 13 de marzo de 2013

Noticias de Sevilla

La imaginería realista busca altar frente al barroco




Juan Manuel Parra Hernández impacta con el hiperrealismo de esta Virgen, que rompe con la idealización de las imágenes
 
No va a dejar a nadie indiferente esta obra del joven imaginero Juan Manuel Parra Hernández, que impacta y sorprende con una Virgen realista —porque huye, por cuestiones de materiales usados, del término hiperrealista—, que ha realizado en solo un mes y medio y de la que puede decirse que todos los parecidos con la realidad son fruto del virtuosismo de su autor.
 
Esta Virgen sin nombre, en barro cocido y policromada, está acompañada del San Juan que realizara en 2007 retratando a su hermano y apuntando ya esta ruptura con la  imaginería barroca y neobarroca clásicas andaluzas que, aun realistas, idealizan las figuras y subliman el dolor en busca de la magnificencia de la divinidad, en cuya estela se ha mantenido prácticamente toda la creación escultórica religiosa hasta este mismo siglo XXI. 
 
No es sólo una vuelta de tuerca a la concepción de la recreación de la Virgen en la Pasión la que da este imaginero de Rociana del Condado, quien, con sólo 25 años, ha creado esta dolorosa, es la representación veraz del sufrimiento de una mujer de la edad que correspondería a María, con sus arrugas, manchas, lunares, ojos hinchados... Pero eso son «sólo» los miles de detalles del realismo casi insuperable de la imagen, el fondo de la intención creativa es lo que golpea al espectador: ese dolor contenido, resignado incluso, sosegado ya, tras el trágico sacrificio de la muerte de su Hijo de una mujer que parece de verdad. 
 
Parra Hernández, que estos días muestra la obra en Málaga, tiene su taller en la trianera calle Alfarería, que compagina con los estudios de Bellas Artes. Llegó a Sevilla con 16 años para dar rienda suelta a lo que más le gusta: hacer imágenes, porque ya «desde chico jugaba a hacer pasos con cajas de zapatos y figuras con plastilina». A pesar de que ninguno de sus familiares se ha dedicado a la pintura o la escultura sí fija la inspiración en su madre, «que es costurera, pero que hace de todo. La búsqueda del perfeccionismo me viene de ella».
 
«He hecho esta Virgen a mi antojo, con libertad, pienso en cómo vivió la Pasión, el dolor por la muerte de su Hijo, la represento con la edad que tendría, intentando que el espectador lo sienta, que entre al duelo, que quiera darle el pésame tomando su mano extendida», dice el imaginero.
 
No ha «inventado» esta dolorosa sin modelo para destinarla a alguna hermandad, aunque haría «encantado» imágenes como ésta si se las encargaran en la línea de indagar en el realismo más humano, más cercano. Quiere cambiar,  innovar lo que se ha hecho desde el XVII,  buscar su camino. Vive, creyendo en lo que hace,  entre la alabanza que recibe y la crítica que también espera por aquellos que consideran que el extremado realismo no mueve al culto.

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